"Aquel que conquista a otros es fuerte; aquel que se conquista a si mismo es poderoso" Lao Tse




martes, 29 de marzo de 2011

El poder de las palabras

Hay un cuento (en este caso japonés) que me gusta especialmente, en cuanto que se puede ver muy claramente el poder de las palabras y como influyen en nuestras emociones:


Había una vez un samurai que era muy diestro con la espada y a la vez muy soberbio y arrogante. De alguna manera, él sólo se creía alguien y algo cuando mataba a un adversario en un combate y, por eso, buscaba continuamente ocasiones para desafiar a cualquiera ante la más mínima afrenta. Era de esta manera como el samurai mantenía su idea, su concepto de sí mismo, su férrea identidad.
En una ocasión, este hombre llegó a un pueblo y vio que la gente acudía en masa a un lugar. El samurai paró en seco a una de aquellas personas y le preguntó:
-¿Adónde vais todos con tanta prisa?
-Noble guerrero -le contestó aquel hombre que, probablemente empezó a temer por su vida-, vamos a escuchar al maestro Wei.
-¿Quién es ese tal Wei?
-¿Cómo es posible que no le conozcas, si el maestro Wei es conocido en toda la región?
El samurai se sintió como un estúpido ante aquel aldeano y observó el respeto que aquel hombre sentía por ese tal maestro Wei y que no parecía sentir por un samurai como él. Entonces decidió que aquel día su fama superaría a la de Wei y por eso siguió a la multitud hasta que llegaron a la enorme estancia donde el maestro Wei iba a impartir sus enseñanzas.
El maestro Wei era una hombre mayor y de corta estatura por el cual el samurai sintió de inmediato un gran desprecio y una ira contenida.
Wei empezó a hablar:
—En la vida hay muchas armas poderosas usadas por el hombre y, sin embargo, para mí, la más poderosa de todas es la palabra.
Cuando el samurai escuchó aquello, no pudo contenerse y exclamó en medio de la multitud:
—Sólo un viejo estúpido como tú puede hacer semejante comentario. —Entonces, sacando su katana y agitándola en el airé, prosiguió—: Ésta sí que es un arma poderosa, y no tus estúpidas palabras.
Entonces Wei, mirándole a los ojos, le contestó:
—Es normal que alguien como tú haya hecho ese comentario; es fácil ver que no eres más que un bastardo, un bruto sin ninguna formación, un ser sin ningunas luces y un absoluto hijo de perra.
Cuando el samurai escuchó aquellas palabras, su rostro enrojeció y con el cuerpo tenso y la mente fuera de sí empezó a acercarse al lugar donde Wei estaba.
—Anciano, despídete de tu vida porque hoy llega a su fin. Entonces, de forma inesperada, Wei empezó a disculparse:
—Perdóname, gran señor, sólo soy un hombre mayor y cansado, alguien que por su edad puede tener los más graves de los deslices. ¿Sabrás perdonar, con tu corazón noble de Guerrero, a este tonto que en su locura ha podido agraviarte?
El samurai se paró en seco y le contestó:
—Naturalmente que sí, noble maestro Wei, acepto tus excusas.
En aquel momento Wei le miró directamente a los ojos y le dijo:
—Amigo mío, dime: ¿son o no poderosas las palabras?

¡A que mola! Es un relato interesante, que ejemplifica el concepto de  “constructivismo”. Nuestra percepciones nos llevan a construir nuestro propio mundo.

El samurai tiene un concepto de si mismo, de los demás y del mundo, que le llevan a una determinada forma de comportamiento y de relación con los demás. Para él, el mundo es hostil, se divide en buenos y malos, en aliados o adversarios. Y a éstos, tiene que demostrarles su valor en el combate. Son estas victorias las que le dan su identidad.

El maestro Wei le desarma con la palabra, demostrándole que puede influir en un gran guerrero, solamente cambiando su percepción de la realidad. En un primer momento, el samurai percibe al maestro como un rival débil físicamente, pero arrogante y merecedor de un castigo. Wei, como si fuese un mago (o un terapeuta), consigue cambiar la percepción del guerrero sobre él.

De esta manera, consigue influir en las emociones del samurai, su conducta y finalmente sus pensamientos. Pasa de querer matarle, a perdonarle y a valorarle como maestro. Esta manipulación, lejos de ser moralmente rechazable, permite al samurai comprender unos conceptos, que de otra manera habría sido muy difícil que hubiese aceptado.

La resistencia al cambio de este tipo de personas obliga a utilizar estratagemas que permitan cambiar la percepción, antes que la cognición. Sobre esta resistencia hablaremos en los próximos días, pues seguramente sea la madre del cordero. Y también habrá que aclarar algo sobre esta “manipulación”. Pero mientras tanto, como los superhéroes de los cómics, utilicemos nuestros poderes para el bien.

2 comentarios:

  1. Muy interesado en ahondar en el campo del Solving EstratEgico. Felicidades por el blog. Saludos

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  2. Muchas gracias por tu interés. Intentaré aportar lo que este en mi mano.

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